El objetivo es compartir y difundir la implementación, en las chacras y campos agroecológicos, de estos bioinsumos preparados de modo casero que permiten mejorar la productividad de los cultivos y trabajar en pos del alcance de la seguridad alimentaria.
La sustentabilidad implica que el uso del fertilizante es inocuo, es decir, no genera impactos negativos en el ambiente y en la sociedad, siendo sostenible en el tiempo. Esta labor conlleva un trabajo permanente en el suelo que oscila entre uno y tres años aproximadamente, si requerimiento de obras de infraestructura rural.
El proceso de elaboración de los abonos naturales fermentados consiste en la descomposición aeróbica, es decir, mediante el oxígeno proveniente de los microorganismos existentes en los residuos. En condiciones controladas y favorables son capaces de fertilizar las plantas con rizobacterias, aportando nutrición y protección al suelo.
Se puedan variar las recetas según la actividad agropecuaria, ya que los materiales son conocidos por los productores y se obtienen localmente.
· Etapa I - Estabilización: se fermenta el abono, la temperatura es alta debido al incremento de la actividad microbiana y comienza a caer por el agotamiento o la disminución de la fuente energética que retroalimenta el proceso.
· Etapa II - Maduración: se degradan los materiales sobresalientes, es más lenta, para luego llegar a su estado ideal para su inmediata utilización.
Ventajas
No hay putrefacción: no se emanan gases tóxicos ni fuertes debido a los controles durante la fermentación.
Volumen de abono manejable: su almacenamiento, transporte y la disposición de los materiales para elaborarlo (pequeños o grandes volúmenes, de acuerdo con la economía y requerimientos de cada productor).
Clima adaptable: se puede elaborar en ambientes donde se realizan las actividades agropecuarias.
Autorregulación de agentes patogénicos en el suelo (bacterias, hongos y levaduras): por inoculación y reproducción biológica.
Utilización a corto plazo y a costos bajos.
Crecimiento de las plantas: estimulado por fitohormonas y fitoreguladores naturales.
Bocashi: significa cocer al vapor los materiales secos del abono, aprovechando el calor que se genera con la fermentación aeróbica.
Carbón vegetal: mejora las características físicas del suelo, como su estructura, lo que facilita una mejor distribución de las raíces, la aireación y la absorción de humedad y calor (energía). Su alto grado de porosidad beneficia la actividad macro y microbiológica y funciona con el efecto tipo “esponja sólida”, el cual consiste en la capacidad de retener, filtrar y liberar gradualmente nutrientes útiles a las plantas.
Las partículas de carbón permiten una buena oxigenación del abono, evitando las limitaciones en el proceso aeróbico de la fermentación, y funcionando como un regulador térmico del sistema radicular de las plantas, generando mayor resistencia frente a las bajas temperaturas nocturnas que se registran en algunas regiones.
La descomposición total de este material dará como producto final el humus, por eso es recomendable que las partículas no sean muy grandes.
Para trabajar con hortalizas en invernadero sobre el sistema de almácigos en bandejas, las partículas del carbón a utilizarse deben ser menores (semi-pulverizadas o cisco de carbón), para facilitar el llenado y sacar las plántulas sin estropear las raíces, y así luego trasplantarlas al campo.
Estiércol: es la principal fuente de nitrógeno en la elaboración. Aporta fertilidad con nutrientes como fósforo, potasio, calcio, magnesio, hierro, manganeso, zinc, cobre y boro. Mejora las condiciones biológicas y fisicoquímicas del suelo.
La práctica agrícola en Latinoamérica ha demostrado que la de mejor calidad es aquella originada en la cría de gallinas ponedoras bajo techo y con piso cubierto con materiales secos mezclados con harina de rocas.
Rastrojo: mejora las características físicas del suelo, facilitando la aireación, la absorción de humedad y el filtrado de nutrientes. Además, beneficia el incremento de la actividad macro y microbiológica, estimula el desarrollo uniforme y abundante del sistema radical de las plantas así como su actividad simbiótica.
Es rico en silicio y protege a los vegetales de los ataques de insectos y enfermedades. A largo plazo, se transforma en una fuente de humus. Aporta principalmente silicio, fósforo y potasio. Permite corregir la acidez del suelo
Forma un tercio del volumen total de los ingredientes del abono y es recomendable para controlar los excesos de humedad.
Puede ser sustituida por pulpa de café seca, bagazo de caña o pajas bien secas y trituradas o rastrojos de cosechas. En algunos casos, el aserrín también sirve.
Afrechillo: favorece la fermentación por la presencia de vitaminas complejas, aporta la activación hormonal, el nitrógeno y es muy rica en carbohidratos, además de minerales, tales como fósforo, potasio, calcio y magnesio.
Melaza de caña: es la principal fuente energética, ya que favorece la multiplicación de la actividad microbiológica porque es rica en potasio, calcio, fósforo y magnesio. Contiene micronutrientes, principalmente boro, zinc, manganeso y hierro.
Para lograr una aplicación homogénea durante la elaboración, se recomienda diluirla en una parte del volumen del agua que se utilizará al inicio de la preparación.
Carbonato de calcio o yeso agrícola: regula la acidez durante todo el proceso de la fermentación y propicia las condiciones ideales para el desarrollo de la actividad y reproducción microbiológica.
El agua homogeneiza todos los ingredientes, y se obtiene la humedad ideal del abono al graduar la cantidad que lo compone.
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